China es uno de los principales motores de crecimiento del mundo pero sus principales indicadores de actividad económica muestran que empezó a desacelerarse.
La recesión mundial viene afectando a la demanda externa, la inversión y, en menor medida, el consumo. En este contexto, y respaldada por su sólida posición fiscal y baja vulnerabilidad externa, China anunció medidas para dinamizar la demanda interna y así compensar el deterioro de su sector externo. Una fuerte desaceleración de China tendría efectos negativos sobre las economías emergentes a través del canal comercial (menor demanda de materias primas) y financiero (menor acumulación de reservas internacionales y una menor demanda por bonos del Tesoro de EE.UU). Esto presionaría al alza las tasas de interés y generaría fuerzas depreciatorias sobre el dólar.
Fuente: Revista Moneda - Jesús Ferreyra y José Luis Vázquez
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